Las aventuras erasmusianas de un trío de puristas

sábado, 17 de enero de 2009

Entre el estudio, el ascensor y las llamas.

Días de Vodka

Hola amigo de lo desconocido, escribo este post tras una semana aquí, semana que ha discurrido sin mayores sobresaltos. De hecho es la primera semana en la que he conseguido estar 3 días seguidos sin salir (una cosa es ser erasmus y otra que no haya que hacer nada de nada). Así que he tenido que dedicar gran parte del tiempo que llevo aquí a currar, nada destacable.
Pero por algún lado tenía que salir que somos erasmus, y ese lado salió a relucir anoche, coincidiendo con la celebración del cumpleaños de uno de los gaditanos.
La noche empezó como siempre empiezan las grandes noches “ná, yo me tomo un par de chupitos y me subo, que estoy bastante cansado”, al final (una vez más) no pude cumplir mi promesa…
Resulta que la residencia ha decidido (con gran inteligencia, todo sea dicho) empezar a poner cámaras de seguridad en las cocinas (que son comunes) pero como esto es Polonia de momento sólo han puesto la de la planta 1 (así que bastó con subir a la planta 2). Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que en la planta 2 había otro cumpleaños (de un polaco) y había una pequeña reunión de bebedores.
Contentos por la ausencia de cámara de seguridad en su cocina comenzó la fiesta, que se alargó algo más de lo debido, incluyendo manteos (los techos de la residencia miden unos 4 metros, pero el cumpleañero consiguió cargarse uno de los flexos empotrados en él, de una patada!) y decidimos coger el ascensor para bajar e irnos de bares.
Cierto es que éramos 7 en el ascensor, pero no es la vez que más gente he visto en uno… Aunque hay que reconocer que lo de saltar dentro no fue una buena idea, así que el ascensor se paró entre dos plantas, dejándonos solos y encerrados…
Mientras alguno gritaba “Calma joder! He dicho que os calméis! Estar tranquilos coño!” y otro miraba incrédulo el panel de botones oímos a gente bajar, por lo que decidimos gritar en todos los idiomas que conocíamos (español, inglés, portugués, polaco, gallego, albaceteño…) pidiendo ayuda.
Tuvimos suerte de que una española nos oyera y tras pedirnos que “no nos moviéramos mientras buscaba ayuda” volvimos a quedarnos esperando… Durante esta espera abrimos las puertas del ascensor a la fuerza, y luego la del piso, descubriendo que teníamos un hueco (de unos 30 centímetros de alto) para saltar. Pero pronto caímos en la cuenta de que si saltábamos mal caeríamos por el hueco del ascensor, provocando el inevitable espachurramiento contra el suelo.
En esta tesitura nos hallábamos cuando llegaron el resto de los borrachos (de la cocina antes mencionada), no resultó difícil ir saliendo uno a uno mientras los borrachos tiraban de nosotros, así que el incidente no fue a más.
Pero algo más tenía que interponerse entre nosotros y los bares, pues cuando llegamos a la recepción nos dijeron que se había declarado un incendio en el piso 6, salimos a la calle a esperar a los bomberos y entretuvimos el tiempo jugando a coger con la boca los copos de nieve que caían…
Los bomberos llegaron (fueron a la residencia de al lado y les costó un buen rato enterarse de que el fuego estaba en la nuestra) y nos encontraron esperándoles y animando, subimos con ellos (de hecho no subimos todos, porque uno de los asistentes fue malintencionadamente empujado en las escaleras, cayendo como un saco de patatas y partiéndose un diente en el proceso, suceso que le hizo vomitar (en la recepción delante del conserje, los bomberos, la policía y el técnico del ascensor, que acababa de llegar).
Cuando llegamos arriba (estaba lleno de humo) algunos pudieron cumplir su sueño y derribar la puerta de una habitación a patadas, una vez cayó la puerta se vio en nuestras caras al mismo tiempo alivio y decepción al encontrar a un polaco borracho y desnudo tumbado en su cama y un tostador con un trozo de pan carbonizado en su interior echando humo…
Tras despedirnos de los bomberos y con la satisfacción del deber cumplido al haber salvado la vida a un polaco, decidimos festejarlo haciendo una guerra de bolas de nieve a las puertas de la residencia.
La palabra “guerra” está perfectamente utilizada, pues la nieve se había congelado en gran parte por lo que lanzábamos no eran agradables copos que se deshacían al tocarte sino piedras de hielo capaz de dejarte inconsciente… Tras jugarnos la vida un rato decidí que la noche estaba completa y me subí con mi compañero de habitación a dormir.
De camino destrozó su móvil pero con la noche que habíamos tenido supongo que fue un mal menor…

Atentamente, Alfonso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ES UNA Noche agitada y lo demás son tonterías fons... a ver si cuand vayams pasan la mitad de cosas y a ver si posteo de una vez.. jeje
sta pronto!!!